1/02/2015

Desahogo.

Debería de quererme.
Y nunca he tenido propósitos para año nuevo pero tal vez, ese debería ser el mío.

No sé si querer que te sirvan cualquier café a cualquier temperatura, ya sea verano o invierno, pero que se tomen otro contigo, se le puede llamar Amor.
No sé si dejarte de morderte las uñas porque él odia ver como estas acabando con otra parte de ti, se le puede llamar Amor.
No sé si dejarse el corazón junto al suyo en una caja, cerrarla y ponerla de nombre “hogar”, se le puede llamar Amor.
No sé si hacer lo que nunca habían hecho por él, se le puede llamar Amor.
No sé si aflojar la soga, dejar que las heridas cicatricen solas y tirar a la basura todos los poemas que llevaban el nombre de mi ejecutor, se le puede llamar Amor.
No sé si morderte los labios mientras piensas como sería que los suyos se pasen la vida en tu cuello, se le puede llamar Amor.
No sé si escribir o dejar de hacerlo por él, se le puede llamar Amor.
No sé si ver semáforos en rojo y pensar en lo bonito que sería pasear de la mano con él, se le puede llamar Amor.
No sé si empezar a quererme a través de él, o algo similar, se le puede llamar Amor.
No sé qué hago con el corazón hecho un ovillo y la sonrisa perdida, porque él se fue, se le puede llamar Amor.
No sé a qué cosa, a que acción o a que lo que sea, se le puede llamar Amor.

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Que tal vez nunca he sabido nada de ese sentimiento, puede que haya tratado de disfrazar el miedo de él, o convertir a esté en el Amor.


11/16/2014

No me le llames Amor, llámalo Miedo.

Le llamé miedo al amor y amor al miedo. Le dejé que colorease mis recuerdos, dejando en un tono beige a la realidad. Siempre tuve las ganas de volar dentro de mí y sólo las dejé sueltas cuando el miedo se dispuso a vivir en mí, conmigo  y sin ti. Le permití cualquiera capricho: que ahorcase a mi corazón y espantase a mis sentimientos, que besara a mis pesadillas y apartase a los sueños de mis pestañas. Después de todo, él es el único que conoce de quien es el lunar donde caí para estar entre tantas ruinas.

Me acuerdo de una sonrisa torcida y un corazón en paracaídas. De una bonita intención que se quedo en eso; sé que los dos queríamos pero yo no me atreví a bañarme la piel con su saliva y a permitir que sus labios, dijesen que yo era suya. Nunca quise que sus dedos llevasen tanta tristeza encerrada y mis versos hablasen de un amor, que prometía ser eterno, sabiendo que cuando diese la vuelta a la esquina, ‘pum’, desaparecería. No sé si fue lo mejor para mi, pero terminar una historia en el prologo, lo fue para él y para el miedo, que quiso volver a abrazarme aunque no consiguiese quitarme el frío como él.

Duele,
Duelo,
Doleremos aunque pasen mil años,
Porque fue el miedo del momento, del no querernos con la suficiente fuerza para resistir a la tentación de conocer otras miradas.


Y no pienso decir que te echo de menos, ni me disfrazaré más de carita sonriente con  corazón medio roto. No pienso decirte que un ‘te quiero’ en susurros se está ahogando en mi garganta. No, porque no quiero mentirme más a mi misma; la que convive con el sabor agridulce de una despedida que empezó desde que nos conocimos.

oh bali😻

9/21/2014

Le volví a ver y me rompí un poco más.

Le perdí porque  no aprendí a leerlo entrelineas,
O porque no quise creer que existía alguna persona en el mundo capaz de quererme.

Le volví a ver. Volví a ver su reflejo en otra persona.  Pude sentir su piel, su risa apagada en mi oído en otra cara, otra frontera muy distinta a la suya y aún así, dentro de mí sentí que era él. Le disparé una flecha, cargada de sentimientos contradictorios, de un ´te quiero ‘a susurro para que el miedo no asaltase su mirada y no se aparto,  me observó detenidamente como esperando a que yo le disparase otra flecha. Pude ver su desastre a través de sus ojos.

Volví a pedir perdón a mi reflejo en el espejo donde escribíamos nuestros versos; no sé si me ha perdonado. Se quedo callada, observándome, atenta a cualquier gesto que hacía con mis dedos. Decidí rozarla, acariciar los labios agrietados, que me presentaba, en un intento de borrar su mirada triste.

Me sentí un poco menos rota. Todas las balas las había desperdiciado contra el espejo. Ya no tenía por qué seguir fingiendo que creía en el amor ni tenía por qué decir el por qué no pero a la vez que la soledad me dejaba sola, un sentimiento de vacío inundó mi corazón. Le perdí la gracia a eso de huir de aquellos sentimientos que no quería sentir, así que le abrí la puerta y le invité a un café; no tenía nada que perder, ya no.

Le volví a ver. Estaba besando despacio el costado de una mujer, mucho más guapa que yo, con una bonita melena rubia y unos ojos marrones chocolate pero sé que ella nunca sería su musa cuando vi como le acariciaba el vientre. En ese momento, mi reflejo me atrapo, me abrazo tan fuerte que no fui capaz de rechazarla.

Vi mi imagen bañada en sangre. Tenía los ojos cerrados y la sonrisa torcida, solía sonreír así cuando quería infundirme ánimos. Supe y no sé cómo que mi vida estaba acabada. Esa imagen era el reflejo del reflejo de que mi vida, ya no tenía un camino a seguir.

Volví a besar a mi reflejo. Pase mis dedos por las cicatrices que rodeaban el pecho izquierdo y respiré hondo. Recordé la última vez que él me dijo un te quiero sincero y me rompí un poco. Después,  apreté la soga y le di una patada al miedo que aún me sostenía en el aire, observé como mi reflejo se balanceaba en la sala y volví a romperme cuando en una esquina de ella, unas lágrimas bailaban en el aire hasta chocarse contra el suelo.


Era él. Me quería pero nunca lo supe leer en su mirada ni quise creerle cuando me lo decía entre gemido y verso.

Hand

7/11/2014

Noches de insomnios no compartidos.

Le escribí cuando la luna llamó a mi puerta
Le dije que no pasará,
Demasiado silencio para un ser tan bonito.

Hay palabras que duelen, hechos que marcan y miradas que nunca olvidas.Hay momentos en los que quieres darte por vencida, gritar a los cuatro vientos tu derrota a la vez que te hundes en el fango. 

Hay lo siento que consiguen el efecto contrario y se clavan en tus pulmones hasta notar como piden auxilio.

¿Acaso no sabemos que lo siento no sirven para nada? El daño ya está hecho y las heridas han empezado a sangrar, ocho palabras no sirven como tirita ni betadine.

Hay poesía que se convierte en mentira y musas que abandonan a sus poetas por este motivo. Hay caos que no quieren unirse con otros, solo quieren más ruinas a su alrededor y lágrimas inocentes que caen por creer que es un chico abandonado que necesita más abrazos de los que pide.

No entiendo como mi corazón se convirtió en ceniza por culpa de uno de estos últimos. No llego a asimilar como deje que mis manos solo quisieran acariciar su espalda y mi tinta tuviese la necesidad de grabarse en sus costillas.

Hay despedidas que no se deben pronunciar porque nunca hubo una bienvenida y aun así, decimos adiós a quien nunca pretendió quedarse, pero creo más bien que el adiós se lo decimos a los sentimientos que se llevó tras su marcha. Hay derrotados que se convierten en vencedores; y vencidos que en realidad son los derrotados.

Hay labios rotos y rotos que viven de besos que nunca se dieron. Se imaginan el momento que nunca llegará, hacen que el corazón de vuelcos todos los días, incomodo en su caja torácica por saber que nunca podrá averiguar como saben sus besos.

Esta noche decidí servirme un café frío; igual de frío que tu corazón, igual de perturbador que tu mirada que decía todo pero a la vez nada. A falta del calor de tu calor, me fui a dormir con mis monstruos, al menos, ellos dañan y lo aceptan, no como tú.

Hay mariposas que se cortan las alas antes de salir; temen que algún loco tome por ellas la iniciativa, de esta manera, intentan asimilar antes la caída y que los sentimientos duelan menos.

Hay estaciones que son abandonadas antes de que el sol salga y por eso en algunas la noche es permanente; nunca conocieron el día ni lo conocerán. Hay musas que no quisieron serlo y poetas que buscan a esas musas tristes, que lloran en el silencio y ríen sólo cuando el miedo les hace cosquillas.

Hay noches que comparto el insomnio con tu recuerdo; hubo noches que el insomnio lo compartí contigo.
 No me hizo caso,
quiso leerme aunque tuviese que vivir con mi tristeza.

7/02/2014

Perdona.

Perdona por servirte el café frío. Perdona por no recibirte como es debido y decirte que te tienes que ir, que ya habrá tiempo para rememorar los viejos tiempos; aunque en el fondo supiese que no era así. Perdona por dejar de contar las constelaciones de tu espalda, las muecas de disgusto que se dibujaban en tu rostro y perdona por no prestar atención a tus ojeras, avisándome que la tormenta había vuelto a conquistar tu corazón.

Perdona por decir que volvería y no volví,  pero entiende que no podía tirarme una vez más a una piscina vacía, dejar que las espinas de las rosas que plantaste en primavera, volviesen a clavarse en mi piel.

Me he pasado medio año pensando en cumplir mi palabra, en presentarme en tu casa a las dos de la mañana, con el café como a ti te gusta y la sonrisa que dijiste que nunca te olvidarías de ella.  He estado replanteándome regalarte otra vez mi corazón pero con fecha de devolución aun así no podría soportar de nuevo el dolor.

Perdona por no querer pasarme toda mi vida en tu cama, abrazando a tus miedos y reteniendo a tus monstruos en el olvido, mientras tú seguías en el bar de la esquina, bebiéndote la tristeza de un solo trago, ligándote a la camarera y dejando que yo por ti, superase tus propias pesadillas; y no.

No me perdones por no querer formar parte de tu caos; soy yo quien me tengo que perdonar por pensar en volver a él.

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7/01/2014

Un lunes cualquiera.

Nos esperamos
Creyendo que así no nos perderíamos
Nos equivocamos.

Un lunes cualquiera a una hora de un mes que prefiero no recordar, porque apenas puedo visualizar el momento de la puerta al cerrarse de golpe, cuando dijiste que estabas harto de mis miedos escondidos en mi sonrisa.

Un lunes cualquiera a una hora de un mes, otros estaban celebrando su aniversario mientras nosotros nos tirábamos los platos a la cara, dejábamos las ganas en el último cajón,  a la vez que me decías que ojalá no te hubieras enamorado de mi. Y mi corazón se rompió  en los mismos trozos que el jarrón de porcelana que nos regalo tu madre.

Un lunes cualquiera a una hora de un mes, un perro se escapo de su casa, quería ser libre como un pájaro aunque no tuviese alas. Andar sin corea y correr sin esperar al lento de su dueño mientras tú, gritabas que no querías que te escribiese más, que sabías que todos aquellos versos iban dedicados al vecino del quinto, ese que desordeno mi caos la última vez que compartí cama.

Un lunes cualquiera a una hora de un mes que nunca más quiero escribir sobre él, mi mundo volvía a convertirse en ruinas, sólo porque dije que la cortina del salón me recordaba al color de ojos del primer chico al que bese.

Ese mismo lunes a una hora diferente espero que te dieses cuenta que al único que le he escrito de verdad en mi vida… ha sido a ti.

6/29/2014

El último adíos en los labios de ella, sin que lo supiese él.

Siempre dispuesta a decir adiós pero casi nunca consigue pronunciarlo. Le horroriza pensar que algún día, se tendrá que enfrentar a un adiós de verdad; esos que duelen, te matan lentamente y te obligan a la costumbre de echar de menos a quien un día fue tu todo. Muchas veces por esos motivos, por ese egoísmo de no querer ser quien escucha el adiós, quien sufre las consecuencias de oír cerrar la puerta antes de pestañear por primera vez un lunes por la mañana; se va.

Decide una noche en silencio que es hora de dejar la cama, el corazón a quien un día quiso. Decide abandonar las sabanas que la protegían de los monstruos, recoge las lágrimas que dejo en la alacena de la cocina y lo ve dormido por última vez. Un pinchazo, dos pinchazos, tres pinchazos y su corazón vuelve a sangrar al saber que esa será la última vez que lo verá dormido plácidamente, creyendo que cuando se despierte, la vera tumbada junta a él; y se equivoca.

Inspira hondo. Mete el último beso en la maleta y abre la puerta, vive cada minuto como si se fuese a morir al cruzar la puerta y así será, amar es sentir, vivir…pero también morir, ella lo sabe mejor que nadie. Ha decidido tirar su hogar por la ventana porque le da miedo saber que un día podría haber sido ella quien estuviese durmiendo, creyendo que él estaba a su lado y realmente, se estaba yendo por la puerta principal en silencio como lo está haciendo ella.


Podéis decir que su actitud es de cobarde, yo tan sólo lo atribuyo al miedo de sentir de más, a vivir de más, a morir de más, a llorar de más, a creer que no es capaz de vivir en sus propias carnes el agrio sabor a una última despedida sin saber que lo es.